martes, 10 de julio de 2018

Las fuerzas internas de la personalidad




Por Regina Moreno 

¿Será que todas las personalidades son compatibles entre ellas? ¿O es real eso de que sólo podemos coincidir con ciertas personas si nuestras formas de ser se complementan? Es realmente sorprendente, o mejor dicho enigmático, los distintos y tan diversos estados mentales de las personas, y más aún, las formas de pensar que las llevan a actuar de una u otra forma, y que en todo caso definen su personalidad.

Para hablar sobre la esencia de las personas es necesario entender qué conocemos como “personalidad” y es que ésta, de acuerdo con el pensamiento teórico de Sigmund Freud, está determinada por la interacción de tres fuerzas o niveles de conciencia que él definió como “conflictivas” entre ellas: el preconsciente (memoria), el consciente (mente racional) y el inconsciente (sentimientos, pensamientos o impulsos). Imaginemos que estas tres fuerzas están en constante conflicto en nuestra mente, pues mientras que el consciente muestra sólo una parte del pensamiento, el inconsciente representa todo un entramado de ideas, creencias y hasta deseos o conflictos que viven resguardados en lo más profundo de nuestra mente.

Asimismo, siguiendo a Freud, nuestra personalidad estaría estructurada en tres partes: el “Ello”, el “Yo” y el “Súperyo”, de tal forma que el “Ello” sería el componente más importante, pues es la parte de nosotros mismos que en teoría nos dice o manifiesta los deseos o necesidades básicas y de placer que es necesario cubrir para no desatar ansiedad o tensión en nuestros cuerpos. Digamos entonces que el “Ello” es la parte más caprichosa de nuestra forma de ser, a la cual hay que escuchar sin duda, no antes sin tratar de aterrizarla al mundo real a través del “Yo” para no convertirnos sólo en capricho.

Asimismo, el “Yo” sería esa otra parte de la personalidad que trata de acomodar nuestros impulsos en el mundo real para que, además de pensar en nuestra propia satisfacción, también pudiéramos tomar en cuenta a la sociedad y a algunas de las normas de convivencia que nos permitieran coexistir en el sistema de creencias que, como humanos, creamos arbitrariamente.

Finalmente, el “Súperyo” podría ser el malo del cuento o también el bueno, dependiendo de la perspectiva con la que se mire, pues sería esa estructura mental que intentaría suprimir los impulsos del “Ello” por medio del “deber ser” y de los ideales, así como a través de algunas figuras de autoridad con las que crecimos, como las reglas. Es de esta estructura, dice Freud, de la que se desprenden las prohibiciones y donde hay lugar para la duda y la culpa o los remordimientos, a causa del apego a los sistemas de las creencias con los que crecimos, sentimientos que finalmente, siempre estarán presentes en nuestra personalidad por habernos criado dentro de un sistema. 

Entonces, de acuerdo con Freud, es el equilibrio de esas tres fuerzas lo que resultaría en una personalidad sana y única, entendiendo que es casi imposible que la misma configuración de “Ello”, “Yo” y “Súperyo” se repitiera en dos personas. Tomando esto en cuenta, podríamos aventurarnos a suponer que la compatibilidad de las personas podría basarse en las cosas en común que hay en sus configuraciones personales, las cuales podrían hacer coincidir la forma en que dos o más personas perciben y viven la vida.

Definitivamente, las combinaciones son infinitas, pues más allá de ser “más de esto” o “menos” de lo otro y tolerar a las personas, hablando de adjetivos de la personalidad como: enojones, soberbios, tranquilos, alegres, relajados, etc., en realidad puede que las estructuras de cada persona choquen y/o se complementen con el “Yo”, “Ello” y “Superyó” de otra persona, lo que a su vez daría pie a una relación e interacción compleja pero saludable.

Y mientras que es verdad que los trastornos de ansiedad y depresión ocurren cuando esta triada no está en el mejor de los equilibrios, también es cierto que la psicología busca dar el enfoque y por ello la solución clínica a estas alteraciones en el pensamiento que provocan las más molestas y hasta dolorosas somatizaciones físicas; es un hecho que podríamos hacer un esfuerzo por hacer un viaje introspectivo, emocional también, para definir qué problemas podemos tener a causa de la configuración social de nuestra personalidad, y así, ahorrar años de medicamentos y terapias y ser más felices con nuestros pensamientos y sentimientos sólo fluyendo.

Ser honestos con nosotros mismos nunca fue tan difícil y a la vez en absoluto fácil para nuestro “Súperyo”. Y por fin, resumo este pensamiento con la siguiente frase que leí tatuada en la clavícula de una amiga: “Take life as it comes”.

1 comentario:

  1. En efecto, Regina, los antiguos griegos decían que el hombre (entiéndase "anthropos"= ser humano) es un "mikrós kósmos", es un universo (microcosmos). Gracias por tu escrito, con él nos haces pensar en la necesidad de lograr los necesarios equilibrios entre esas tres fuerzas o niveles de nuestra personalidad y ¿por qué no? en la necesidad de emprender un camino hacia el autoconocimiento.

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